sábado, 17 de febrero de 2018

El parto (Vol 3)


Después de mucho dolor y una ventosa (porque nuestro pequeño no metía bien la cabecita y su papá tuvo que ayudarle a encontrar el camino), a las 17.05, padre me puso encima a nuestro bichejo. 

Estaba mojado, resbaladizo, lloraba a pleno pulmón y era super pequeño... 
En ese momento desapareció el dolor. Y los nervios. Y el miedo... 
No podía parar de llorar y preguntarle a mi ginecólogo (padre) cómo podíamos nosotros haber hecho algo tan bonito. Cómo era posible que esa cosita tan pequeña fuese nuestra. Nuestra para siempre. Y sentí (sentimos) un amor que no había sentido nunca. (Aunque ahora puedo decir, que no era nada comparado con el amor que siento hoy)

El resto pasó rápido. Un par de puntitos (porque tuve el mejor ginecólogo y obstetra del mundo) y, por fin, el padre de la criatura pudo venir a llorar con nosotros.

Ahora, cuando lo recuerdo, pienso sólo en ese último momento. Ese que, sin duda, no voy a olvidar en la vida.

Así que, nota mental: Cuando quieres algo y tienes que hacer un esfuerzo o incluso pasarlo mal para conseguirlo (sea un bebé, sean estudios, sea correr una maratón, o cualquier otra cosa), no importa lo mal que lo pases, lo que sufras o lo que otros digan. El resultado siempre merecerá la pena. 

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